La ansiedad puede manifestarse de diferente forma en las persona, con algún miedo o preocupación concreta o con numerosos temores. Hay personas que se encuentran en un continuo estado de ansiedad y preocupación, viven en un constante estado de alarma, continuamente se están preguntando “¿y si….?”. La preocupación es tal que llega a configurar lo que se denomina como “ansiedad generalizada”.
Resulta cierto que en muchas circunstancias preocuparse o
sentir ansiedad es lo más lógico e incluso en cierto grado hasta llega a ser muy útil: antes de un examen como motor para el estudio, ante la una situación de desempleo para empezar una búsqueda activa de trabajo e intentar ahorrar más, etc. Sin embargo, con las preocupaciones y con la ansiedad ocurre que todo es cuestión de grado, de intensidad, es decir, es como un continuo de más a menos: en ciertos niveles puede servir de motor pero si el
nivel aumenta puede llegar a paralizar.
Cuando hablamos de
“ansiedad generalizada” no sólo nos estamos refiriendo a un estado de intensa ansiedad que puede llegar a paralizar, sino también a un estado continuo, es decir, estamos ante una
preocupación excesiva y constante por todo. Así, una persona que sufre ansiedad generalizada se preocupa por la mayoría de sus asuntos del día a día, por cuestiones sin importancia, e incluso por cosas muy improbables, pudiendo llegar a pasar más del
60% del día preocupada . Para que este estado de ansiedad llegue a considerarse como un trastorno, la ansiedad y preocupación, además de ser desproporcionada, suele interferir en el funcionamiento normal de la persona y genera en la mayoría de los casos diversos síntomas de ansiedad como pueden ser:, irritabilidad, alarma, tensión muscular, dificultad para dormir, fatiga, etc.
Curiosamente estas personas no suelen buscar soluciones a su problema de ansiedad porque lo encuentran “normal” o lógico, consideran que es normal preocuparse y que si no lo hicieran su situación sería todavía peor. Si bien reconocen que
se preocupan demasiado y hasta en ocasiones confiesan que la preocupación se les escapa del control, que
no pueden parar , normalmente acaban justificándose diciendo que así buscan soluciones y que eso les hace sentirse mejor. Pero la pregunta sería,
¿es realmente cierto? , ¿consiguen sentirse finamente mejor?.
Si analizamos cada caso, podemos concluir que ciertamente la persona que presenta estos cuadros de ansiedad generalizada consiguen, por así decirlo, solucionar y resolver un montón de problemas y dando la apariencia de tener
todo bajo control . Al principio es verdad que la situación puede que sea ésta, pero a
largo plazo la persona empieza a utilizar ese método que le resulta tan útil para todo, de forma que acaba preocupándose por las cosas que así lo requieren, pero también por las que no lo precisan. Cuando se llega a ese estado de preocupación por todo, se genera un
estado de alarma continuo que obliga a la persona a seguir preocupándose. Así se crea un círculo vicioso en donde la ansiedad cada vez está más presente y la persona, en vez de sentir esa sensación de control que le producía tanto bienestar en un principio, empieza a vivir en un estado de
angustia continua.
En resumen, al final la persona acaba
temiendo “lo que no controla” , independientemente de si es grave o no. Si no se buscan soluciones, este trastorno puede complicarse con la
aparición de otras patologías como puede ser la aparición de trastornos de pánico o trastornos depresivos. Es decir, la ansiedad generalizada actúa como un
factor de vulnerabilidad para la aparición de otros trastornos.
El tratamiento psicológico, en especial la psicología cognitivo-conductual, se
centra en estos casos
en ayudar a la persona a enfrentarse a esa sensación de falta de control y dotarla de herramientas que además de ser útiles a corto plazo también lo sean a largo plazo.
Puedes
pedir una cita para terapia psicológica presencial o terapia online.