Quizás no haya mayor dolor que la muerte de un ser querido, y los que hayan pasado por una pérdida seguramente estén de acuerdo.
El dolor ante la muerte es inevitable. Hay autores que señalan que el duelo puede durar unos 3 meses y otros que se extiende a un año o dos. Lo cierto es que el proceso de duelo es algo muy personal y depende de cada persona, pero si pasados unos meses no hay evolución, si la persona permanece atascada en un punto, los psicólogos decimos que es un Duelo patológico o Duelo complicado y en estos casos se recomienda la ayuda de un profesional de la psicología y/o psiquiatría.
Los síntomas en un duelo normal pueden ser muy variados, y pueden ir desde los emocionales, principalmente la tristeza, hasta los físicos, como por ejemplo un gran cansancio, falta de apetito y deseo sexual, etc. Si el duelo se mantiene la sintomatología puede aumentar y aparecer diferentes síntomas de tipo psicosomático.
Son varios los estudios que se han realizado acerca del duelo, y en todos se mencionan las diferentes etapas por las que la persona que ha sufrido la pérdida puede pasar. Normalmente hablamos de 5 etapas:
1. La etapa de la negación: la persona aparta el dolor inicial que le supone la muerte, es un mecanismo de defensa pero tarde o temprano chocará con la realidad de la pérdida y tendrá que iniciar el proceso de aceptación.
2. La etapa de la Ira: la muerte es irreversible y esto produce un fuerte sentimiento de frustración. Es normal que se sienta rabia e ira ante lo ocurrido. En ocasiones también se proyecta esta rabia ante posibles culpables o responsables de la muerte, tengan éstos culpa o no.
3. La etapa de la negociación: el pensamiento de la persona se empieza a centrar en preguntas como ¿qué habría pasado si…?, o ¿si no hubiese hecho…?. Es una búsqueda de alternativas a la muerte desde la fantasía, un intento de cambiar lo sucedido aunque sea sólo en nuestro pensamiento.
4. La etapa de la depresión: la tristeza y el sentimiento de vacío inunda a la persona y puede desaparecer incluso la ilusión por seguir viviendo. No se trata de una depresión clínica pero sí es necesario vigilar para evitar que la persona se quede anclada en esta etapa y no evolucione su duelo.
5. Etapa de la aceptación: cuando la persona acepta la pérdida y consiguen continuar con su vida. El dolor no desaparece pero sí aprende a convivir con él. Progresivamente irá recuperando la capacidad para experimentar placer y alegría.
A pesar de haber consenso en las diferentes etapas del duelo, no todas las personas pasan por todas las etapas ni lo hacen en el orden descrito. Como antes decía, el duelo es un proceso muy personal y cada persona lo lleva a su manera o más bien “como puede”.
Un sentimiento que suele ser habitual dentro del duelo, además de la tristeza, es el sentimiento de culpa. Podemos encontrar dos tipos de culpa dentro de un proceso de duelo, la culpa real o la culpa irracional.
La culpa real aparece cuando se ha sido el causante de forma directa o indirecta del fallecimiento y suele ser más comprensible su aparición. Sin embargo, existe la culpa irracional, sin fundamento real, y aparece cuando la persona empieza a pensar que no se ha despedido de la persona fallecida, que no se ha portado todo lo bien que debería, que no pasó el tiempo suficiente con ella o él, etc.
Para superar este sentimiento de culpa es importante centrarse en los recuerdos de todas aquellas cosas que sí hizo con esa persona, todos aquellos momentos en los que sí disfrutó, centrarse en los momentos reales positivos vividos con la persona fallecida.
Son muchos los consejos que pueden dar para superar el duelo o para que éste no se complique, pero quizás haya dos aspectos que son fundamentales: creerse que pasó y expresar las emociones.
Lo primero es el “darse cuenta” el creerse que realmente ha pasado lo peor, ser consciente de la realidad. Ante una muerte siempre hay una parte de nosotros que no se cree lo que pasó, que no quiere creerlo. Hablar de la muerte, de lo sucedido, ayuda a tomar consciencia, puede ser con un amigo, con un vecino, es necesario verbalizarlo. Acudir al funeral, a los diferentes ritos que hay en torno a un fallecimiento también nos ayudan a sobrellevar ese primer momento y empezar a tomar contacto con la realidad.
La expresión de la emoción es necesaria para que no se quede “atascada” y se convierta en un futuro en síntomas físicos o se complique el duelo con un cuadro depresivo. La expresión del sentimiento puede ser con llanto o no, hay personas que prefieren expresar el dolor por ejemplo escribiendo, pintando, etc.
El duelo siempre va a implicar dolor, pero también es una oportunidad de crecimiento. Ante la muerte de un ser querido una persona puede tocar fondo, y desde ese fondo puede conectar con una visión más profunda de la vida, aumentar su empatía, aprender a relativizar, y aumentar su sensibilidad ante otras situaciones.
Puede incluso ser una oportunidad para crear una nueva identidad, plantearse nuevos objetivos y un nuevo sentido a la vida.
Hace años, un paciente me preguntó ante el fallecimiento de su madre ”¿cómo se superaba esto?”, yo emocionada, recordando el fallecimiento de mi padre le respondí, “se aprende a vivir con ello”.
Si está pasando por un proceso de duelo y ve que no evoluciona o hace tiempo de la pérdida y sigue con un fuerte sentimiento de dolor y vacío, no dude en acudir a un profesional. Desde la psicología ayudamos a las personas a afrontar estas dificultades y poder superar el dolor.