El perfeccionismo es un rasgo de personalidad que normalmente se asocia con una personalidad de tipo obsesiva, es decir, una personalidad que busca tener bajo control diferentes aspectos de su vida..
Pero cuando hablamos de perfeccionismo surge normalmente una duda, ¿es positivo para la persona?, ¿o por el contrario es negativo?. Aquí podemos contestar con la eterna respuesta en psicología: “depende”.
En ocasiones el perfeccionismo puede ser un motor que nos ayude a hacer bien las cosas, a motivarnos hacia la acción, a conseguir más éxito, etc. Pero esto sucede cuando el perfeccionismo se encuentra en un grado moderado. Sería por ejemplo el caso de una persona que le gusta hacer las cosas bien, que este deseo le motiva a hacerlo y a conseguirlo, pero que sobre todo, disfruta tanto del proceso como del objetivo cumplido.
El perfeccionismo en este caso es una opción, la persona elige hacer algo y quiere hacerlo bien. En este caso es muy importante tener en cuenta un aspecto, la persona “quiere” hacerlo bien, no es una obligación, es un deseo.
Por el contrario el perfeccionismo puede ser una gran fuente de sufrimiento para muchas personas cuando se lleva al extremo. Si la persona vive el perfeccionismo como una obligación, como un “tengo que”, éste se convertirá en una gran fuente de ansiedad. En estos casos se prioriza hacer todo bien frente a cualquier otra opción, no se valora la necesidad real o no de que se haga así, el perfeccionista no se lo cuestiona, “tiene” que ser así y así será.
Esta exigencia lleva a la persona a no aceptar los fracasos y a vivirlos con un gran malestar y frustración. Normalmente tras el fracaso suelen criticarse duramente y esta autocrítica destructiva va dañando cada vez más su autoestima, hasta que la inseguridad, la tristeza y la culpa se apodera de ella.
Si el perfeccionismo es muy alto puede llevar incluso a evitar realizar determinadas actividades o puede dejarnos bloqueados. Éste es el caso por ejemplo de los procrastinadores, buscan tal perfección que siempre hay alguna dificultad que les impide arrancar.
Además de poder diferenciar el nivel de perfeccionismo, también podemos hablar de los diferentes tipos de perfeccionistas:
Los perfeccionistas “auto orientados” buscan la perfección en función de sus propios modelos de exigencia. Ellos eligen qué deben hacer perfecto.
Los perfeccionistas sociales son aquellos que basan su exigencia en función de los estándares que establecen otras personas.
Los perfeccionistas “centrados en otros” esperan la perfección de los demás, exigen que los demás cumplan con sus expectativas y si no lo hacen se enfadan, se indignan y pueden llegar a explotar. En estos casos se puede llegar al conflicto con otras personas, a las agresiones y a la culpabilización.
Pero ¿cómo saber si uno es perfeccionista?.
1. ¿Le cuesta dejar de pensar en un error que ha cometido?.
2. ¿Es muy competitivo y no soporta que otros hagan las cosas mejor?.
3. ¿Prefiere no hacer nada a no hacer algo perfecto?.
4. ¿Siente mucho malestar ante un error aunque éste realmente no haya tenido consecuencias negativas?
5. ¿Evita pedir ayuda si ésta puede percibirse como un defecto o una debilidad?.
6. ¿Persiste con alguna tarea tiempo después de que los demás hayan renunciado?. ¿Exige a los demás perfección?.
7. ¿Busca en otras personas fallos cuando éstas se equivocan?.
8. ¿Cuándo se encuentra ante los demás se analiza y es consciente de sus errores?.
Si la mayoría de las respuestas a las siguientes preguntas son afirmativas quizás es el momento de replantearse esa autoexigencia y evitar así un sufrimiento innecesario.