Con la llegada del
otoño muchas personas
sufren cambios en su estado de ánimo, se sienten más vulnerables, sensibles y tristes. Esta estación supone para muchos el final de las vacaciones, el comienzo del curso académico, nuevos retos profesionales, etc. Se vuelve a la rutina, empieza a hacer frío, los días se acortan y puede parecer que se acaba lo bueno.
Si nos quedamos con esta idea, centrándonos en todo lo negativo, es muy probable que aparezca la desmotivación, el desánimo y la tristeza. Sin embargo, si nos detenemos a
razonar estos pensamientos negativos, podremos observar que no son del todo ciertos.
Por ejemplo, que el verano termine para dar paso al otoño, no implica que se acabe lo bueno ni que se termine el descanso. De uno mismo depende hacer proyectos para los días venideros y encontrar así una
motivación que nos ilusione y mejore nuestro estado de ánimo. Es muy habitual que para verano se hagan cientos de proyectos (viajes, actividades de ocio...) y que una vez acabado el verano, la sensación que permanece es: ya no queda nada que hacer, lo bueno se acabó. Está en nuestra mano
cambiar esta sensación. Por ejemplo, si proyecta un viaje, una excursión, un encuentro con amigos que hace tiempo que no ve, o si decide ir a un sitio especial para cenar, ir al teatro, aumentar el ejercicio físico, en fin, si establece más objetivos gratificantes, es posible que nuestro estado de ánimo mejore. Así el inicio del curso y el otoño se nos hará más llevadero y podremos ir abandonando ese sentimiento de tristeza.
Como antes decía, si nos dejamos llevar por los pensamientos negativos
la tristeza se apoderará de nosotros y nos deprimirá. Está demostrado que las emociones distorsionan nuestra percepción, por eso es probable que se cumpla la regla
“a más tristeza más pensamientos negativos”. Si nos centrásemos en las cosas buenas del día a día nos sentiríamos mucho mejor.
Para
combatir esta distorsión podemos hacer un pequeño ejercicio:
anote diariamente en un papel o en el móvil cada
acontecimiento positivo que le ocurra a lo largo del día. Intente hacer un esfuerzo y enumere cada situación, cada hecho que le haya producido cierta satisfacción (no es necesario que le toque el gordo de la lotería para anotar algo). Después detalle la situación. Si hace este ejercicio por ejemplo durante una semana, se dará cuenta de que realmente ocurren cosas buenas que pueden pasar desapercibidas y que gracias a este ejercicio las podemos tener más presentes.
Si nos centramos en lo positivo, conseguiremos
equilibrar la balanza entre lo negativo y positivo que ha ocurrido a lo largo del día. De esta forma, valoraremos más justamente la realidad y nuestro estado de ánimo mejorará.
Si la tristeza ya está presente en nosotros, es importante
no conformarse con el sufrimiento. No hay que darse por vencido. Nos puede ayudar otras estrategias como son:
No fijarnos metas difíciles
No esperar demasiado de nosotros mismos (si lo hacemos sólo aumentará la sensación de fracaso)
Procurar estar con otras personas (suele ser mejor que estar solo).
Participar en actividades que nos puedan generar cierta satisfacción.
Eso sí, hay que tener en cuenta que la tristeza no desaparece de la noche a la mañana, así que no debemos culparnos por no estar bien. Pero si nos centramos en lo que
podemos hacer para estar mejor y no en lo que nos impide estar bien, estaremos en el camino de conseguirlo.
Puede que al principio nos cueste, que no nos apetezca, pero si hacemos un pequeño esfuerzo y rompemos esa inercia de pasividad a la que nos lleva la tristeza, podremos conseguir
superar este otoño y los que vengan con un ánimo más positivo.
Si a pesar de estos consejos su estado de ánimo no mejora, recuerde que existen tratamientos eficaces para combatir la tristeza y la depresión y que un profesional de
la psicología puede ayudarle a superar estos momentos difíciles.
Pedir cita.